Columpios ardiendo

 

Brasas escritas acerca de Ema, película de Pablo Larraín. Sin spoilers. Solo quemaduras.

“Si das fuego a mis incendios, eso no te da poder”

REALE$tado Unido feat Stéphanie Janaina.

Ema dice…

Hay un semáforo ardiendo en el ocaso. Los tres colores que arbitran la calle están en llamas. Verde, naranja, rojo. Todos en ámbar. Llamas ambarinas y danzantes. Peligro y belleza. Paso y prohibido. Quieto y adelante. Cada cual que elija. Me la suda. Esa soy yo. Ese es el mensaje. Ese es el arranque cautivador y brillante de mi película. Esa es mi película. Y el que lo quiera coger que lo coja. Literalmente para una porteña, po.

Ema dice…

Olvidaste que una generación quema a la anterior justo después de malinterpretarla. Y luego baila sobre sus cenizas al son de los ritmos nuevos que aquellos odiaban.

Olvidaste que hay que vivir como se vive un parto en una cueva. Vivir con el todo vale por bandera y mi bandera blanca, esa que no pienso usar, como pantalla y lienzo.

Olvidaste que las dudas de una madre son las dudas del mundo. Porque el nacimiento de la dudas es idéntico al nacimiento de la determinación. La vida no elige. La vida se abre camino, po, ya lo dijeron en otra peli. Entre dinosaurios reales o dinosaurios generacionales, se abre camino.

Ema dice…

No entiendo de movimientos sociales. Yo soy movimiento. Yo soy sociedad.

No entiendo lo políticamente correcto. No hay nada correcto en la política.

Las verdaderas manadas las formo yo con mis amigas cuando coreografiamos el siglo veintiuno, cuando coreografiamos la siguiente página de la partitura antes de que la hayas visto. Y guárdate de las dentelladas. Mordemos con los párpados, mordemos con las nalgas. Mordemos con unos labios, mordemos con los otros. Ya lo verás, po. Los colmillos más afilados hace tiempo que no son de marfil. Son colmillos hechos de voluntad. Todavía crees que estoy loca pero la locura no es una cuestión de estadística, ya lo dijeron en otro escrito. ¿Y sabes qué, güeón? La libertad tampoco.

Ema dice…

La juventud solo mira hacia abajo cuando aún no se reconoce. Luego solo mira al frente y no hay espejo que no atraviese. Es ley de vida. Te miro fijamente a los ojos siempre que hablo contigo. Y mi mirada es fuego de lanzallamas. Baila al son de mis lenguas de napalm o arde en otro tiempo pasado. Consuélate, dicen que fue mejor. Pero no lo creo, po. Antes se hablaba del polvo del camino. Ahora el camino se puede hacer a polvos. Eso, júzgame mientras ardes. Mientras buscas la diferencia. Y la diferencia son las llamas, güeón. La liberación.

Ema dice…

La maternidad es un columpio en llamas. O quizás solo a veces. Pero te lo he mostrado. La paternidad es un tiovivo en llamas. Tal vez siempre. También te lo he enseñado. Balanceos ardientes, nocturnos y narcóticos.

Me saqué un selfie junto a mi aquelarre con esas llamas crepitando al fondo, ¿las viste o qué? Calcinamos la modernidad antes de que nos alcance. Son nuestros tiempos, po. Aunque de lejos no te llegue el calor. Son nuestros días. Aunque el miedo y la vergüenza no dejen que te acerques. Así nunca te quemarás. Y mis abrazos abrasan, güeón.

Ema dice…

Una femme fatale siempre ha sido y siempre será una superviviente. La descarada que deseas en privado y criticas en público. La hipocresía siempre se puede medir en lascivia. Pongo cachonda tu mente y el cuerpo le sigue el juego. Pero qué descaro el mío, ¿no? Qué se le va a hacer. Mi forma de expresarme es tu forma de indignarte. Lo nuestro no puede ser de otra forma.

Las relaciones más improbables son las más normales. La familia del futuro matará en el presente pluscuamperfecto a la familia del pasado. Usurpa su indignación y la convierte en un hogar estrambótico, los únicos que hay. Ya lo verás, no lo verás venir. Igual que el acierto de la contradicción.

Ema dice… No, Ema no dice. En realidad, Ema se desgarra la garganta a susurros. Y lloraría si no fuera porque cada vez que el lagrimal suelta puño las gotas se evaporan por el calor de las llamas. Porque Ema escupe fuego. Es una antorcha hecha con hueso de cadera. Una roca iridiscente lanzada por una catapulta de neón. Ema escupe fuego y no puede evitarlo. Escupe fuego al pintar su realidad con el único color que tiene, el color que sale de un pincel que se moja en gasolina. Ema escupe fuego porque escuchó a La llorona, porque aún huele el humo de la pira donde Frida prendió su época. Ema escupe fuego para iluminar mentes biempensantes, siempre las más equivocadas. Ema escupe fuego para incinerar los símbolos. Ema escupe fuego para darle brillo a una obra flamígera y generacional, para encender el arte, tal y como debe ser malentendido. Ema escupe fuego para soportarse a sí misma, para seguir adelante. Escupe fuego para no oír el restallido de la culpa ni sentir el dolor lacerante de la enmienda. La redención también se baila.

Ema escupe fuego porque su vida solo puede cultivarla haciendo barbecho en las vidas de otros. Si no están de acuerdo es porque no entienden que un buscavidas nunca busca la propia. O que hay que quemar para empezar luego sobre lo que va quedando. Sálvese quien pueda, ya lo dijeron en otra canción. Porque la vida… La vida es borrón y cuenta vieja. Solo eso.

Y que nos quiten lo bailao, ¿eh, Ema?

Así son las cosas, po.

 

XH O XB

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