Acerca de Ash (Zhui Zong) ∫ Li Xiaofeng ∫ China-2017
Sección oficial de la 18ª edición del Festival Internacional de cine de Las Palmas de Gran Canaria
La historia comienza en un patio de butacas, y encontrará su final en otro. En el arranque, vemos el cadáver de un hombre degollado en el suelo del viejo teatro. En el desenlace, una mujer sentada a solas en una butaca roja recibirá en silencio una fotografía en la que aparece ella de joven. Entre medias, el desarrollo de un auténtico peliculón.
En la primera secuencia ya apreciamos el estilo que impregnará toda la obra. Un travelling lateral muy lento muestra toda la escena, recreándose en una composición del plano meticulosa. El detective Chen Weikun, acompañado de un par de policías forenses y de los familiares de la víctima, observa el cadáver. Poco después, recrea el asesinato en solitario, imaginándose en la piel del asesino y en la del hombre muerto, una secuencia muda e inteligente de puro procedimental policiaco, de esas que provocan el proceso deductivo en el espectador y lo convierten en investigador, al nivel de aquellas que nos dejó la mítica The Wire. Pero la película no tomará ningún sendero transitado del noir. No hay pruebas contra el único sospechoso, el hijastro de la víctima, y salvo la aparición fugaz de un hombre con mascarilla sanitaria entre los curiosos amontonados a las afueras del teatro, nada a lo que agarrarse en términos de investigación. Así que la película da un salto de diez años, expandiendo y embelleciendo los límites del género para lograr una obra mucho más valiosa de lo que ya cabía esperar tras los primeros minutos. Esto se consigue, entre otros motivos, gracias a un soberbio trabajo de fotografía y a unos recursos autorales tan sutiles como efectivos. Planos divididos por una diagonal o enrasados a superficies ecuatoriales como mesas, vitrinas, suelos o superficies de lagos. Imágenes sumergidas en colores primarios, sobresaturadas de azul y amarillo en el pasado, de verde y sobre todo de ese rojo tan nacional en el presente (la narrativa no es lineal), referencia reconocible del vanguardista Nicolas Winding Refn.
Se sostienen en el tiempo ciertos encuadres para su disfrute, por el puro placer de contemplarlos, para que tengamos ocasión de pasear la mirada por sus rincones y detenernos en los detalles y en la maestría de la composición. De esta forma, más de un plano toma la apariencia de un precioso y sugerente óleo. Como el de esa madre e hijo que se abrazan detrás de una balaustrada que traza un plano inclinado en pantalla mientras a sus espaldas el viento empieza a agitar la frondosa vegetación verde que rellena el resto de la imagen, ganando en fuerza tormentosa a medida que se derrumba emocionalmente el personaje femenino. En cuanto al despliegue de recursos del cineasta, tanto de índole visual como argumental, destacar quizás la escena en la que el personaje del Dr. Wang celebra con un baile lento el aniversario con su mujer. La cámara recorre sus siluetas de arriba abajo, enfoca sus pies y sigue sus pasos, y cuando vuelve a alzarse va descubriendo la figura de otro hombre, quien acaba conduciendo a la mujer al dormitorio. El Dr. Wang, quieto y con semblante serio, aparece reflejado en un espejo cuando la cámara gana ángulo. Con mirada atenta, presencia cómo su mujer desaparece con ese otro individuo, desconocido solo a nuestros ojos. Se trata de una forma maravillosa de generar intriga, de apuntar a un pasado lleno de secretos. De comenzar a escarbar la fértil tierra del recuerdo para buscar la semilla de una planta carnívora.
Las conexiones entre personajes se van revelando a medida que avanza la trama, sobre la que no haré demasiado apunte. El Dr. Wang cruza su destino con el joven Xu Feng mediante un libro de segunda mano, perteneciente al médico en primera instancia y adquirido por el segundo a posteriori. El libro tiene escrito una pregunta sobre la historia que narra sus páginas, junto a un remitente. Es un grito de auxilio como cualquier otro, un grito sordo rasgando la nada emitido por un ciudadano desesperado, equivalente al mensaje en una botella que lanza el náufrago. La novela en cuestión es Resurrección, de Tolstoi, y la mencionada pregunta sobre la obra del ruso se usa para conectar los dos personajes de un modo brillante. Ambos interpretarán los papeles protagonistas en una especie de versión libérrima y muy personal de cierta película de Hitchcock. Porque tal y como quiere transmitir el director Li Xiaofeng, todos son extraños en el tren chino de finales de siglo XX.
En concreto, con respecto a la película, lo más importante es la moral y el amor.
Palabras del cienasta Li Xiaofeng durante la rueda de prensa de la película.
Ni el asesinato nos hace iguales. Las insalvables diferencias de clase de la China moderna se ponen de manifiesto a través de unos personajes complejos, quienes arrastran una pesada carga emocional durante toda la historia. Los remordimientos, la ambición personal sin escrúpulos, los bolsillos reemplazando los compartimentos del corazón. Precios que pagar, cuentas que saldar.
La violencia solo hace acto de presencia en dos o tres momentos puntuales, aguijonazos eléctricos que pillan por sorpresa y hacen mella en el espectador. Especialmente reseñable la escena del martillo que tiene lugar en un lago crepuscular, con un plano aéreo y distante que inyecta la tensión de anticipar los hechos. Otra escena memorable con un martillo de elemento protagonista que sumar a la larga lista. Pero en lo que a planos aéreos se refiere, destacaría por encima del resto aquel que nos muestra las lápidas de un cementerio a ritmo de sonidos electrónicos para empatar fotograma con la vista de unos rascacielos iluminados en una ciudad moderna. Un mensaje con la contundencia del martillo que empuña Xu Feng pero amortiguado por un almohadón de seda, por el espectacular estilo visual de la obra.
La banda sonora es de lo más ecléctica, siempre al servicio de la historia. Encontramos guitarras españolas y temas clásicos en el comienzo, muy en la línea de Wong Kar wai, para luego ir cediéndole el espacio musical a sonidos atmosféricos y a electrónica de un gusto exquisito, nunca cargante, semejante a la que puede encontrarse en la hipnótica En realidad nunca estuviste aquí.
Hay un contraste entre un personaje de estratos bajos que desea salir del pozo y otro de clase alta que desea aumentar su poder, con esto quería reflejar lo que era la China de final de Siglo XX, que sufre cambios muy rápidos, y en donde mucha gente decide hacer lo que sea necesario para conseguir sus objetivos, aunque no sea lo correcto.
Li Xiaofeng
En cuanto a guion la obra también se muestra sólida, angulosa. La línea investigadora mantiene el interés, los guiños a la obra de Tolstoi son una delicia y encontramos varios diálogos muy potentes, cargados de denuncia social e incluso de filosofía, como el que tiene lugar entre un preso veterano y el detective Chen, con una cámara que juega magistralmente entre barrotes.
En conclusión, Ash es una película sobresaliente en todos los aspectos, fascinante en continente y contenido, muy superior al cine chino que nos ha llegado en los últimos años y que ha sido proyectado e incluso premiado en festivales europeos de clase A, obras como A touch of sin, Black coal, thin ice o Mountains may depart. Solo hay que recopilar los nombres a los que he hecho alusión a lo largo del texto, el prestigio de los autores y de las películas que nos vienen a la mente al ver este film chino y que he usado para establecer comparación. El festival de Las palmas de Gran Canaria ya tiene la gran película de esta edición. No solo de esta edición, a título personal, aseguraría que es la mejor película que ha pasado por el certamen en los últimos años. Sin haber visto al completo la terna de obras que compiten en la Sección Oficial, no tengo ninguna duda de cuál deberías ser la ganadora. Ojalá encuentre recorrido en salas y podamos disfrutar de ella. Lo contrario sería difícil de entender.
XHoXB