Había unas cuantas mesitas con sillas de madera donde podías sentarte y hojear los libros que te interesaban. Sin embargo, parecía que los clientes se mostraban reticentes a sentarse y preferían pasar el tiempo leyendo de pie; una de las aficiones más antiguas y comunes del país, conocida como tachi-yomi.
Tokyo noir, Jake Adelstein
Los japoneses tienen un nombre para todo. Resulta que tienen un nombre para un hábito lector que en occidente, ya sea por una razón o por otra, no tiene arraigo. Seguro que la diferencia enraíza en múltiples razones, algunas de las cuales me llevaron una tarde, años atrás, a la sección de libros de un supermercado, hicieron que abriera por la primera página el último lanzamiento de García Márquez, lo leyera allí de pie entero del tirón, lo cerrara, lo dejara encima de la pila tal y como lo encontrara y regresara a casa. Hambre lectora, bolsillos anémicos, quizás la lejanía de una biblioteca pública que nutriera con novedades sus estanterías a la velocidad que metabolizo lecturas. Puede que por todo ello. O tal vez la única razón fuese simple aburrimiento. El caso es que ahora sé cómo etiquetar esta vieja anécdota: “el día que leí Memorias de mis putas tristes en Alcampo haciendo una modalidad extrema de tachi-yomi”.
Echando la vista atrás, me doy cuenta de cómo añoro aquella capacidad de concentración. Una hora y pico sin despegar los ojos de la historia, con todo aquel gentío alrededor. Ahora me sería imposible (los móviles solo nos han hecho peores). Lo que sí conservo es la ilusión por leer, la ilusión por escribir, aquella que surgió de niño cuando escuchaba los cuentos de mi madre en una cama que imaginaba balsa con edredones, la misma ilusión que sentía pocos años después cuando viajaba al centro de la Tierra. La misma que explica la creación de este artículo, especie de mensaje en una botella lanzado en un medio vasto e infinito. Si alguien llegase a encontrar la botella y desenrollase el pequeño pergamino alcanzaría a leer: Mis lecturas preferidas de 2024.
Detalle de portada de Cartas desde el manicomio (Sajalín Ed)
A poco que me explaye, la anécdota arriba relatada también podría servir para hilvanar otra serie de cambios, de problemáticas y retrocesos de nuestro presente: gentrificación, pérdida de identidad de los pueblos, exceso de viviendas vacacionales, falta de viviendas no vacacionales, crecimiento de la ultraderecha, ansiedad colectiva, salud mental… Pero no hace falta que lo escriba yo. En la literatura, en la buena literatura, hay escritores que abordan estos temas generando denuncia y conciencia social, rescatando La Verdad del ninguneo que sufre. A veces solo es una frase de esas que acostumbro a marcar con un pellizco al papel y otras veces se trata del libro al completo. De la amplia muestra de títulos publicados el año pasado que he podido leer, concretamente de aquellos que destaco por encima del resto, me viene a la mente, por ejemplo, la forma que tiene el personaje de Sam de definir la ansiedad con sabiduría popular y sin pretenderlo, en medio de una conversación con Charlie mientras permanecen sentados en la cubierta de un barco de vapor, en un pasaje de ese novelón con hechuras de clásico que es Desaparecidos, de Tim Gautreaux:
Hay personas que piensan mucho en el futuro y no hacen más que reventar el día en que están viviendo.
Desaparecidos, Tim Gautreaux
También podría sacar a colación a Francois-Henri, joven y talentoso escritor francés que en 2024 nos regaló un libro atípico sobre viajes, aquel que narra de forma arriesgada y reivindicativa la lucha por las libertades en la Irán actual. Sus palabras flotan frente a mi mirada cuando pienso en la forma de viajar, tan distinta a la suya, que predomina hoy en día, cuando pienso en los patrones repetitivos y preconcebidos de un viaje en la época del turismo de masas:
Como en el sexo, como en el amor, o como a la hora de elegir hoteles y restaurantes, el azar ha sido sustituido por los algoritmos. A eso se le llama progreso. El programa del progreso: erradicar lo imprevisto.
El deterioro de un mundo: una travesía por Irán, Désérable François-Henri
Unas páginas más adelante, el autor capta mejor la esencia del asunto en una sola pregunta retórica:
¿Para qué viajar si no es para ganar algunos grados de indulgencia?
El deterioro de un mundo: una travesía por Irán, Désérable François-Henri
El tema nos puede llevar a pensar en el modus vivendi que desarrollamos en las grandes ciudades, el precario estilo de vida que vamos adoptando y aceptando por derivas políticas e intereses de unos pocos que acaban en planes urbanísticos que ignoran o condenan al ciudadano corriente. Me encanta la forma que tiene Esther L. Calderón de plasmarlo en su maravillosa novela autobiográfica titulada Pipas, una obra íntima y reflexiva cuya prosa libre a menudo dobla esquinas para arrinconarnos y golpearnos con el mazo de la realidad. Encontré muchos paralelismos personales con su historia, y la carga de profundidad que estalla entre sus páginas a nivel emocional termina por convertir la obra en una de mis favoritas del año.
Lo hemos hablado muchas veces Ayala y yo: ahora los nacidos en Madrid me dan un poco de pena. Será que me estoy haciendo vieja. O que el equilibrio entre el asombro y lo predecible se ha alterado después de vivir en Madrid casi la mitad de una vida. Ahora me pregunto si no hay demasiada inquietud en esta música, si la memoria se guarda igual cuando todo cambia tan rápido, si se puede ser madre aquí, y qué tipo de infancia sin lagartijas sin grillos ni playa ni montaña tendría un hijo de esta madre.
Ahora me doy cuenta de que es una suerte haber tenido un buen sitio del que querer irte.
Pipas, Esther L. Calderón
Y aquí estoy, en un sitio así, periferia de capital de provincia, acaso periferia de la periferia, habiéndome ido para luego volver, quién sabe cuánto de voluntad y cuánto de empujón social en el regreso, destilando reclamos silentes y advertencias evidentes de obras valiosas de reciente impresión:
Los dos somos científicos, Eilish, formamos parte de una tradición, pero la tradición no es más que aquello en lo que todo el mundo está de acuerdo: los científicos, los profesores, las instituciones, si cambia la propiedad de las instituciones, entonces se puede cambiar la propiedad de los hechos, se puede alterar la estructura de lo que se cree, aquello en lo que se está de acuerdo, eso es lo que están haciendo, Eilish, es así de sencillo, el PAN está intentando cambiar lo que tú y yo llamamos realidad, quieren enturbiarla como si fuera agua, si dices que una cosa es otra y lo repites lo suficiente, entonces debe de ser así, y si sigues diciéndolo una y otra vez la gente lo acepta como verdad; es una idea antigua, por supuesto, no es nada nuevo, pero estás viendo cómo ocurre en tu propia época y no en un libro.
El cantar del profeta, Paul Lynch
Confiemos en que no nos alcance. Confiemos en que la cultura nos salve. Libros de un valor incalculable, por su testimonio o por el calado de su ficción, eso necesitamos y eso podemos encontrar si buscamos lo suficiente. Libros grandiosos como los cuatro que me gustaría resaltar antes de pasar a la cosecha de 2024. Los pude rescatar de la corriente y ahora atesoro su lectura. Se trata de un diario de rodaje que se torna diario confesional en una selva febril, arrojando luz de vela y luz de napalm sobre una épica cinematográfica irrepetible; una obra periodística mayor sobre la misma selva, sobre la misma guerra y la misma locura que inspiró película y diario; la novela fundadora del cyberpunk, una ciencia ficción de una imaginativa desbordante que fascina por las ideas tres décadas adelantadas a su tiempo; y por último, una de las novelas más sólidas que se han escrito este milenio, un clásico instantáneo, un tótem literario inquietante y cautivador sobre un culto oscuro que ya erige el suyo propio, si nos atenemos al número de reediciones y de lectores que acumula en tan solo un lustro. Y es que la obra magna de Mariana Enriquez ha sido mi lectura preferida del año pasado y, desde ya, uno de mis libros favoritos, directo al estante regio.
Ya que menciono el estante donde ubico la grandeza, aprovecho la inercia y me pongo ya con la cota del amor, como la denomina Francois-henri en la magnífica mi dueño y mi señor. Selecciono y ordeno lo mejor del 2024, un compendio de obras donde el noir más auténtico adquiere protagonismo, una estirpe de novelas que realmente escasea, por mucho que nos quieran vender mil modas y diez mil títulos que no pasan de sucedáneos, thrillers de parvulario, sin riesgo ni entrañas. Sin literatura. Bostezos de Bukowski, como me gusta llamarlos. El 2023 fue un gran año para la ciencia ficción y este año pasado lo fue para el género negro, a tenor de las tres o cuatro novelas negras que podemos encontrar en la selección. Antes de la decena final, la cota del amor me hace colocar las publicaciones con primera edición en castellano en 2024 que se ubicarían del 20 al 11, todas ellas lecturas notables que intento ordenar con cierto orden decreciente, siendo las más cercanas al décimo puesto las que más posibilidades tuvieron de desbancar alguna elección del TOP definitivo.
- Estación Damasco, de David McCloskey
- Asaltar la tierra y el sol, de Mathieu Belezi
- Ámbar, de Nicolás Ferraro
- Hierro viejo, de Marto Pariente
- El amor de los hombres solitarios, de Victor Heringer
- Cartas desde el manicomio, de Dario Džamonja
- El cantar del profeta, de Paul Lynch
- Este es el núcleo, de Leonardo Cano
- La liga de los presos, de Nana Kwame Adjei-brenyah
- Tokyo noir, de Jake Adelstein
Ya sin más, las diez mejores obras literarias que he encontrado publicadas en 2024. Del 10 al 6 las he podido escalonar, pero con las 5 preferidas me ha sido imposible. Establezco un empate quíntuple en lo más alto, una predilección ex aequo*.
Las novelas elegidas y puestas en lista se reseñan a través de su propia sinopsis oficial y en ocasiones se añade un pequeño párrafo de muestra. En todas se incluye el enlace a las fichas técnicas de los libros, alojadas en las respectivas webs editoriales.
TOP 10 LIBROS 2024
10
El deterioro de un mundo: Una travesía por Irán
Désérable François-Henri
A finales de 2022, coincidiendo con la represión contra las manifestaciones que siguieron a la muerte de Mahsa Amini, François-Henri Désérable pasó cuarenta días en Irán, atravesándolo de un extremo a otro, desde Teherán hasta los confines de Baluchistán. Arrestado por los Guardianes de la Revolución y obligado a abandonar el país, el autor regresó a Francia para escribir este relato en el que describe El deterioro de un mundo: el de una República Islámica en apuros, que reprime con sangre las aspiraciones de libertad de su pueblo.
Miles de mujeres iraníes han tomado el testigo de su lucha por la igualdad y por reclamar sus derechos. Désérable ofrece en este libro una crónica contemporánea de la actual vida política de Irán a través de los ojos de los jóvenes.
La abuela lleva chador; la madre, hiyab; y ella, nada. El pelo rizado con mechas castaño claro le caía sobre un top cruzado de lana naranja. Los platos desfilaban: masticación, manducación, la atmósfera rígida de las comidas sin alcohol. Llega un grupo de músicos. Uno se pone a pulsar las cuerdas del tar; otro, a puntear las de un kamanche; un tercero, sentado en el suelo, a tocar la caja de un tombak; un solista comienza a cantar, mientras la hermana del novio lleva el ritmo chasqueando el pulgar con el dedo corazón. Y luego dando palmadas. Unos y otros la miran y luego se miran entre ellos, nadie la imita por el momento; no importa, ella sigue dando palmadas. En la República Islámica está prohibido bailar. Ella se levanta y gira como un derviche, lentamente primero y luego cada vez más deprisa, con un brazo levantado hacia el cielo sigue girando, más rápido, siempre más rápido, un trompo naranja, con sus cabellos al viento entre el negro de los chadores.
<<Parece que existe en el cerebro una zona muy específica que podríamos llamar la memoria poética y que graba lo que nos ha maravillado, lo que nos ha emocionado, lo que da belleza a nuestra vida>>, escribe Kundera. Si tuviera que llevarme una sola imagen de Irán, sería esta.
El deterioro de un mundo: una travesía por Irán, Désérable François-Henri
9
Las bestias
Gijs Wilbrink
«No quiero decir mucho, pero creo que las cosas empezaron a irle mal a Tom Keller cuando esos dos tíos lo llevaron al bosque por la noche y lo obligaron a hacer cosas que un niño de nueve años no debería hacer»
Así comienza Las Bestias, ópera prima de Gijs Wilbrink. Tiene lugar en Achterhoek, entre motocicletas, cazadores furtivos, granjas de visones y negocios que no toleran la luz del día. En esta mística frontera llena de secretos, crece Tom Keller, el miembro más joven de la familia más turbia de la región, bendecido con un talento divino para el motocross. Cuando este desaparece repentinamente, su hija pródiga regresa al hogar para buscarlo, lo que deriva en una dramática reunión familiar.
Gijs Wilbrink ha sido la gran sorpresa de la nueva literatura neerlandesa con esta novela, Las bestias, que en apenas un año va ya por su 16ª edición en Países Bajos.
8
Un lugar soleado para gente sombría
Mariana Enriquez
Mariana Enriquez regresa al cuento con doce historias de horror. Doce relatos sobre el mal que acecha y la presencia de lo monstruoso.
Quien ose adentrarse en las páginas de este libro sentirá un escalofrío recorriéndole la espina dorsal, y algunas cosas más. Son doce cuentos de horror, doce relatos sobre el horror: sobre el mal que acecha y los monstruos que surgen de pronto en la realidad más cotidiana, en grandes urbes o pequeños pueblos recónditos.
En uno de los cuentos, una mujer mantiene a raya a los fantasmas que andan sueltos por un barrio periférico de Buenos Aires; entre ellos, los de su madre muerta de una dolorosa enfermedad, los de unas adolescentes asesinadas en la calle, el de un ladrón pillado en pleno robo y el de un chico que huía de un secuestro exprés. En otra historia, una pareja alquila una casa para unas vacaciones en un pueblo que ha ido perdiendo habitantes desde que el tren dejó de pasar; visitan en la estación abandonada la exposición de los perturbadores lienzos de un artista local, pero lo verdaderamente aterrador será conocer al autor de esas pinturas. En otra pieza, los voluntarios de una ONG que reparte comida por barrios marginales son perseguidos por unos niños de pavorosos ojos negros. En otra, una periodista que investiga la historia de una chica desaparecida en un hotel en Los Ángeles, cuyas espeluznantes imágenes recorrieron internet, acaba enfrentándose a otra leyenda de la ciudad…
Después de su monumental y aclamada novela Nuestra parte de noche, Mariana Enriquez vuelve al relato y demuestra que sigue en plena forma como gran continuadora y renovadora del género de terror, al que ha llevado a las más altas cotas literarias. Partiendo de la tradición −desde las novelas góticas hasta Stephen King y Thomas Ligotti−, la escritora explora nuevos caminos, nuevas dimensiones.
7
Desaparecidos
Tim Gautreaux
Una novela magistral, ambientada en los barcos de vapor que recorrían el Misisipi durante las primeras décadas del siglo XX, cargados de bebida, baile y jazz.
Cuando una niña es secuestrada en unos grandes almacenes de Nueva Orleans, al supervisor, Sam Simoneaux, lo atormentan la culpa, el dolor y los fantasmas de su turbulento pasado. Decidido a encontrarla, Sam emprende un viaje que lo llevará a mundos de música y violencia y a pantanos recónditos que ocultan a quienes eligen vivir según sus propias leyes.
Desaparecidos describe con una prosa extraordinaria los Estados Unidos, en una época que trata de olvidar una guerra y en la que la civilización comienza a penetrar en el interior del país. Y en ese mundo, un hombre debe elegir entre la compasión y la venganza.
─Mi padre era relojero, en Memphis. Murió cuando yo era joven, y viví durante años rodeado de cajas llenas de piezas de relojes usados: pequeños engranajes de metal, barriletes, muelles, ruedas, tambores, tornillos de acero templado… Tengo una caja llena de cartuchos de ocho milímetros llenos de piezas de esas, bien prensadas.
─Madre mía. ¿Y ha disparado alguno de esos alguna vez?
─No. A ese rifle lo llamo la máquina del tiempo. Ya sabe, cuando uno muere, uno viaja en el tiempo: o va hacia atrás, al lugar donde vino, o va hacia delante, al lugar que merece. Lo que es seguro es que el que se enfrente a mi Greeneer va a hacer uno de esos dos viajes.
Desaparecidos, Tim Gautreaux
6
Las horas antiguas
Michael Bible
Harmony es un pueblo como cualquier otro, un rincón del mundo en el que santos y pecadores matan las tardes en el centro comercial, sucumben al adulterio, juegan a fútbol americano, ven porno o leen a Faulkner en la biblioteca pública. Su historia es un reguero de violencia colonial, linchamientos y fanatismo religioso. Pero esos episodios son ya folklore local, ecos lejanos. La verdadera tragedia irrumpe en el año 2000, cuando Iggy, un chico solitario y misterioso, acude a misa armado de un bidón de gasolina y una caja de cerillas, dispuesto a inmolarse como un monje budista. En el incendio mueren veinticinco fieles.
Las horas antiguas explora las secuelas de este día fatídico en las víctimas, los testigos y el culpable, que cuenta las horas en el corredor de la muerte. La vida sigue, pero los vecinos de Harmony no cesan de preguntarse qué mosca le picó a Iggy. ¿Fueron los analgésicos que esnifaba, el alcohol y la heroína? ¿Su amor «cósmico, salvaje y extraño» por Cleo? ¿Su dolor ante el absurdo de la existencia?
Michael Bible ha escrito una inolvidable balada sureña, la historia de un puñado de almas perdidas que se empeñan en buscar la redención en el lugar más insospechado.
1*
Respira
Tim Winton
Bruce Pike tiene once años y vive en un pueblo maderero cerca de la costa salvaje de Australia Occidental. Solitario por naturaleza, aborrece las tranquilas costumbres de su familia, pero todo cambia cuando se hace amigo de Loonie, un chico impulsivo y rebelde con el que empezará a interesarse por la natación y el buceo y, más adelante, por el surf. Con el paso a la adolescencia su obsesión por el surf crece, especialmente cuando conocen a Sando, un enigmático y veterano surfista que les iniciará en un adictivo mundo de desafíos cada vez más peligrosos.
Publicada originalmente en 2008, Respira es uno de los clásicos más apreciados de la literatura australiana reciente, una sólida novela de formación en la que la abrumadora naturaleza del país permea todo el relato. Una obra que, en su retrato de la amistad durante la adolescencia y los ritos de paso a la edad adulta, explora como pocas la intensidad de las primeras veces y la dificultad de salir a flote y respirar tras haber vivido demasiado deprisa.
1*
La exactitud del dolor
Horacio Convertini
De madrugada, en un paraje desolado, un boxeador agoniza de un balazo. Ya sin esperanzas, reconstruirá los hechos clave que lo han llevado hasta allí. La rabia contenida, un amor inolvidable, la gloria efímera, los pasos en falso, el ocaso irremediable, un absurdo afán de redención.
Esa misma noche, en la gran ciudad, quien fuera su maestro se desvela y piensa en él. Como en un juego de espejos, también evocará sus propios sueños y desengaños, los golpes que le dio la vida y que aún le duelen.
Lo que ninguno de los dos sabe es que los destinos de uno y otro están unidos por una estela de codicia, sangre y muerte.
Horacio Convertini, una de las voces más potentes del género negro argentino, narra una adictiva historia de traiciones cruzadas en una novela policíaca que no da respiro.
Si la noche viene desvelada, que venga nomás. El silencio de la madrugada cobra otro sentido cuando a uno se le abre una ilusión.
La exactitud del dolor, Horacio Convertini
1*
Abel
Alessandro Baricco
Ocho años después de su última novela, Baricco regresa con un western excepcional y trascendente.
El sheriff Abel Crow tiene 27 años y ya es un personaje de leyenda. Sus dotes innatas como tirador —su disparo preferido es «el Místico», uno doble, cruzado y simultáneo, con ambas manos, sobre blancos distintos—, no podrán evitar, sin embargo, que en un momento crítico se replantee el sentido de la existencia.
Las relaciones, entre otros, con su novia, que entra y sale libremente de su vida, pero que lo conoce incluso mejor que él mismo; con sus hermanos (un predicador, un rico minero, un cartero demente y una visionaria, empeñada en reunirlos a todos para rescatar del patíbulo a su madre, que los abandonó cuando eran niños); con las curanderas y una bruja indias, portadoras de la sabiduría ancestral de los nativos; y con su Maestro, quien siendo adolescente logró aniquilar a casi toda la tripulación de un barco pirata, constituyen parte de un viaje espiritual que culmina con la percepción de que no existe (o no funciona como pensamos) la relación causa-efecto, de que no hay un antes y un después claramente definibles. Buena prueba de ello es también la estructura no lineal del relato, que avanza, retrocede y se repite, y donde cada uno de los veintisiete capítulos (o cantos) constituye una pieza de un puzle que al final nos devolverá la imagen caleidoscópica de Abel Crow durante su aprendizaje.
Baricco nos presenta así un western que pone en cuestión una de las piedras angulares del género, la noción de frontera, desplazándola aquí del exterior al interior: es límite y confín entre lo visible y lo invisible, entre lo físico y lo metafísico, entre la vida y la muerte. Si los espacios son los propios del género, como en una película de Sergio Leone (las praderas interminables, el pueblo, con su banco y su saloon, las aldeas indias, el río de aguas bravas, el desierto abrasador…), no dejan de ser también reverberaciones de una unidad profunda del universo, del mismo modo que todos y cada uno de nosotros somos parte de un único aliento.
Por un instante sentí que no había una distinción real entre él y yo, éramos una única curvatura del mundo.
Dije exactamente eso. Era exactamente mi voz. Por un momento sentí que no había una distinción real entre él y yo, éramos una única curvatura del mundo.
La puta me miraba como si yo le estuviera pidiendo que se follara un recuerdo mío y no estuviera segura de qué tarifa pedirme.
Abel, Alessandro Baricco
1*
Pipas
Esther L. Calderón
Periferia industrial. Norte de España. Años noventa. Un grupo de amigos y un triángulo amoroso durante el último año antes de la universidad, antes de que todo cambie para siempre.
Para estos primeros adolescentes nacidos en democracia, la vida entre autovías y bloques de pisos suburbiales es comer pipas en un banco del parque, aburridos mientras imaginan qué quieren ser. Mientras imaginan que se van de allí. Porque hay un mandato que debe dar sentido a todo un clan. Al fin y al cabo, nada hubiese sido posible sin sus abuelos agricultores, que emigraron a esas periferias en los sesenta, y sin sus padres, que se hicieron llamar clase media al filo de los ochenta. Pero, ¿qué sucede cuando las imágenes de uno mismo y de los otros acaban cayendo al suelo como un puñado de cáscaras? ¿Se puede tener culpa de clase? ¿De qué estaban hechos los deseos de esa España desengañada que hoy ronda los 40?
Con una escritura que hibrida con maestría la ficción y el ensayo, Esther L. Calderón retrata aquella España embriagada de sueños desde un presente desencantado, crítico, pero sin queja. Pipas es una mirada original y conmovedora de las cáscaras vacías de toda una generación.
crick crack uno,
crick crack dos,
crick crack tres
y así.
Esa música macerando algo, quién sabe qué entonces, quién sabe qué ahora. O quizás sí lo sé, claro que lo sé: era el ritmo de ese diapasón el que estaba afinando, con tonos inaudibles para padres y abuelos pero que sí oíamos cada uno de nosotros, como perros ansiosos o delfines jugando, un alma adolescente que quería más. No sé explicarlo mejor, ni siquiera supe explicárselo mejor a Efrén a pesar de que nos enamoramos como bestias: hubo un tiempo en el que aburrirse en una ciudad de periferia era, aún sin saberlo, aún sin quererlo, preparar la rebelión.
El asalto a otro mundo.
Y comer pipas, nuestro mantra; un tambor de guerra nueva.
Pipas, Esther L. Calderón
1*
La ley de los cerros
Chris Offutt
Tras veinte años como agente de la División de Investigación Criminal del ejército, Mick Hardin se retira y planea instalarse en Córcega. Antes, viaja a su Kentucky natal después de una ausencia de dos años para pasar unos días con su hermana Linda, la sheriff del condado. Una vez allí, Linda lo pone al día del caso que está investigando: el asesinato del mejor mecánico de coches de carreras locales, presuntamente involucrado en peleas ilegales de gallos. Cuando Linda es herida de gravedad en un tiroteo, Mick es nombrado ayudante del sheriff y hará lo que sea necesario para dar con el pistolero.
La ley de los cerros es, tras Los cerros de la muerte y Los hijos de Shifty, la tercera novela de Chris Offutt protagonizada por Mick Hardin.
─Paso de comer cosas artesanales. No es más que una excusa para sablearte. ¿Sabías que hay patatas fritas artesanales de bolsa? Se supone que las fríen por tandas. ¿Y luego qué? ¿Tiran el aceite? Anda ya, eso no lo hacen ni después de las cremaciones. Tengo un amigo que curra en un sitio de esos. Me cuenta que ni limpian la retorta entre cadáveres. Te dan una bolsita de plástico con las cenizas de tu abuela mezcladas con las de todos los que hayan incinerado esa semana.
─Lo mismo te haces de oro si abres un crematorio artesanal.
La ley de los cerros, Chris Offutt
TOP 10 LIBROS 2024
1*. La ley de los cerros
1*. Pipas
1*. Abel
1*. La exactitud del dolor
1*. Respira
6. Las horas antiguas
7. Desaparecidos
8. Un lugar soleado para gente sombría
9. Las bestias
10. El deterioro de un mundo: Una travesía por Irán