Año tras año, la ficción televisiva sigue aumentando en volumen y calidad, y el público aún demanda más. El espectador del siglo XXI tiende de forma natural y comprensible a la seriefilia. Son los tiempos del aquí y el ahora, nuevas generaciones que crecen con la vista enfocada en pequeños rectángulos táctiles y serviciales y rara vez en pantallas grandes y sorpresivas. La información nos acosa desde todos los flancos, y el simple hecho de realizar una criba, algo del todo necesario, ya resulta un lastre. Ante una cantidad de información tan abrumadora, la capacidad de concentrarse es la mayor damnificada. Son muchos los que logran domar la mirada durante cincuenta minutos y mantenerse atentos a un capítulo, pero hoy en día no son tantos los que consiguen hacerlo durante dos horas y son capaces de ver una película completa. No al menos sin mirar el móvil diez o doce veces y perder la trama o las ganas por el camino. Es una realidad, quizás una tara educacional masiva de esta era tecnológica que nos ha tocado vivir. Sin embargo, ahí radica una de las claves del éxito cosechado por las series en la actualidad, aunque duración y accesibilidad solo son dos razones entre otras muchas. Ver series es un pasatiempo adictivo y popular, y tampoco esto es algo nuevo, pero sí que hay una diferencia notable entre la industria televisiva del entretenimiento de épocas pasadas y la del nuevo milenio: los parámetros de calidad. La libertad artística, la paciencia para reeducar al espectador en sus propias aspiraciones frente al televisor, la capacidad de deslizar mensajes con pegada y denuncia social o las narrativas bien fraguadas a fuego lento son cualidades de muchos productos de la televisión actual, y gran culpa de haber llegado a esta bendita situación la tiene HBO, canal por cable americano que marcó y sigue marcando los más altos estándares de calidad (por mucho que la BBC, Amazon y sobre todo Netflix estén haciendo las cosas bien, todos siguen a años luz del canal de pago por excelencia, cuyo catálogo es algo así como un museo de arte audiovisual). HBO ha sido capaz de eliminar de nuestro lenguaje esa expresión despectiva de “la caja tonta” gracias a la huella imborrable de obras magníficas como The Wire o Los Soprano. HBO ha sido pionero a la hora de decidir retar al espectador en lugar de subestimarlo, espíritu que queda reflejado perfectamente en aquella frase que colocaba delante de sus ojos el escritor David Simon, creador de The Wire, cada vez que se sentaba a escribir el guion de un episodio: “Que se joda el lector medio”.
El pasado 2016 no fue una excepción. Home Box Office mantiene el trono por méritos propios, aunque curiosamente no lo consigue mediante su buque insignia (GOT), ni por su nueva y ambiciosa apuesta (Westworld). Según mi criterio, HBO prolonga su reinado un año más debido a los riesgos que toma con la producción de otras series y miniseries más modestas, en términos relativos. Quién me iba a decir a mí hace unos meses que estaría completamente fascinado y enganchado a una obra desarrollada en el Vaticano y que pivota sobre el eje temático de la religión católica. Me hubiera reído bien alto, esa es la verdad. Por otra parte, en un género con el que estoy mucho más familiarizado, ha destacado sobre manera cierta miniserie protagonizada por el genial John Turturro, un excelente policiaco procedimental marca de la casa.
Fuera de HBO, el año pasado hemos podido disfrutar de nuevo de la poderosa y original ficción de Charlie Brooker, buenas tramas siempre aderezadas con valiosos significados, sean latentes o de impacto directo, provocando nuestra reflexión postrera. Hemos presenciado las enrevesadas guerras de poder de la Camorra en una Nápoles auténtica, hiperrealista y barriobajera, esa que sufre como cualquier hierba bajo pisada de elefantes, y hemos visto a la mafia gitana de Birmingham de los años veinte establecer peligrosas alianzas y traiciones con la Rusia zarista y con el mismísimo imperio británico, en una serie superlativa que es lo más parecido a El Padrino que vamos a ver jamás en televisión. Incluso hemos vivido el resurgir de los vikingos, aquellos que permanecían sumidos en el aburrimiento de una barca a la deriva desde un par de temporadas atrás.
Por todo esto y mucho más, el 2016 fue un gran año de series, y nada hace pensar que el 2017 vaya a ser distinto, todo lo contrario. El interés de grandes actores cinematográficos y la inversión de capital de productoras que apuestan por la calidad continúan. Así que disfrutemos.
A continuación estiro el látigo con mis obras de televisión preferidas del pasado año, mi TOP 15 Series del 2016:
15
Atlanta
FX, Temporada 1
10 Ep.
14
The Americans
FX, Temporada 4
13 Ep.
13
The people vs OJ Simpson: American crime story
FX, Temporada 1
10 Ep.
12
The night manager
AMC, Miniserie
6 Ep.
11
The Last Panthers
Sundance TV, Miniserie
6 Ep.
10
Narcos
Netflix, Temporada 2
10 Ep.
9
Juego de tronos
HBO, Temporada 6
10 Ep.
8
Stranger Things
Netflix, Temporada 1
8 Ep.
7
Vikings
History Channel, Temporada 4
10+10 Ep.
6
Vinyl
HBO, Temporada 1
10 Ep.
5
The night of
HBO, Miniserie
8 Ep.
4
Black Mirror
Netflix, Temporada 3
6 Ep.
3
Peaky Blinders
BBC drama, Temporada 3
6 Ep.
2
Gomorra
Sky Atlantic, Temporada 2
13 Ep.
1
The Young Pope
HBO, Temporada 1
10 Ep.
Collage con imágenes de las 3 mejores series del 2016
XH O XB
P.D: La serie que se ha quedado más cerca de entrar en la lista ha sido House of Cards, con su cuarta temporada. Quizás le haya lastrado esa tendencia, no sé aún si tildarla de preocupante, de mantenerse en letargo durante ocho episodios y luego soltar toda la traca en los dos últimos. La cuarta season finale protagonizada por Frank Underwood y su primera dama fue sobresaliente pero no me compensa el resto de temporada, tal vez ya algo repetitiva.
P.D2: Para los que echen en falta Westworld en la lista, evocar el genial título que encabezó un artículo reciente de Jot Down: “Westworld. La homeopatía hecha serie”. No puede ser más acertado.
P.D3: En cuanto a los mejores capítulos emitidos en 2016, destacaría el número 9 de The Young Pope, así como el binomio de diseño y proyección conjunta que marcan su primer y segundo episodio (sorpresa mayúscula de este año), San Junípero, de Black Mirror, y el cierre de temporada de Juego de Tronos, constituido por los capítulos 9 y 10. La batalla de los bastardos es historia de la televisión, así de simple, no solo por representar una batalla de ejércitos como jamás se había visto en pantalla pequeña, sino por hacerlo como jamás se había visto. A secas.
P.D4: Ya que he mencionado tanto a HBO (de justicia, en mi opinión), añadir que mis series preferidas de siempre serían:
1. The Wire
2. Los Soprano
3. Deadwood
4. True Detective (T1)
5. Friends
Luego vendrían, sin orden meditado, Ghost in the Shell: Stand alone complex, Juego de tronos, Peaky Blinders, The Knick, The Honorable woman, Making a murderer, Hermanos de sangre…